Los cambios en nuestra sociedad están siendo lentos, pero parece que son imparables o eso al menos quiero creer. Hace tan sólo unos pocos años nadie hubiera pensado que la destitución de un presidente de la RFEF como Luis Rubiales hubiera sido posible, y mucho menos por el motivo que lo ha sido, un comportamiento machista.
El gran logro ha sido del conjunto de la sociedad, presión en las redes sociales, en los mass media, en tertulias, pero sobre todo en la calle, lo que hizo que todos participáramos en este debate, que fue noticia desde el mismo día que se produjo y tres meses después sigue dando que hablar, tras la inhabilitación de la FIFA durante tres años al directivo español.
En los últimos años, y más concretamente desde 2017 con la aparición del movimiento Metoo#, se puso de relieve un problema estructural de las sociedades, el machismo, que la RAE define como:
- m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
- m. Forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón.
Como seres sociales que somos, construimos sociedades, y las construimos desde la interacción como individuos, y para que estas sociedades funcionen se establecen unas reglas, unas normas de convivencia para que cada uno de los individuos sepa como debe relacionarse con los demás.
El machismo es una lacra, es una enfermedad de nuestras sociedades, cuya vía de transmisión es la propia sociedad que, a través de sus instituciones, organismos, burocracia y otros elementos de control vigila que estas normas se cumplan. Estas normas que rigen nuestra sociedad relegan a más de la mitad de la población a un rol secundario e impide que las sociedades avancen y se vuelvan más igualitarias.
Todos somos testigos de estas conductas, pero no todos las apreciamos de la misma manera. ¿Cuál es la razón? ¿Porque motivo, parte de la sociedad ve estas conductas machistas y otra no? ¿Cómo la sociedad, que no es algo abstracto, sino que somos nosotros como individuos, es capaz de moldear nuestro comportamiento desde el momento que entramos a formar parte de ella? ¿nos cuestionamos alguna vez, porque pensamos o actuamos de determinada manera? ¿podemos siquiera imaginar que la persona que somos, no somos nosotros mismos, sino que en realidad somos, lo que han hecho de nosotros? ¿tenemos realmente libre albedrío?
El contexto social en el que nos desarrollemos como personas, nos definirá y marcará en nuestras relaciones sociales ¿Podemos cambiar este contexto social?
El fútbol y su entorno son machistas, no es una apreciación personal, es un hecho constatable, y se pudo apreciar en como trataron la agresión los diferentes medios que se dedican al deporte rey en España.
El intento de “desnormalización” de determinades agresiones machistas, no va a ser una tarea fácil. Hace falta mucha educación feminista para poder erradicar una “aculturación” que nos viene dada desde que nacemos, la cual interiorizamos y asumimos como “normal”, representando los “roles” establecidos en ella.
Esta dialéctica social, se traduce en que nuestros comportamientos construyen la sociedad, y esa sociedad que hemos construido se transmite por la interiorización que hacemos de ella. Y así es como surgen las instituciones, que Peter L. Berger describe como: un patrón de comportamiento, que la sociedad nos impone sobre las conductas de los individuos, además añade: “Las instituciones proporcionan maneras de actuar por medio de las cuales la conducta es modelada y obligada a marchar la conducta humana, en canales que la sociedad considera los más convenientes. Y este truco se lleva a cabo haciendo que estos canales le parezcan al individuo los únicos posibles.”
Se establecen unas reglas de “normalización” de las conductas, en función de los roles designados para cada individuo.
Con estos antecedentes, vamos a ubicarnos en el caso concreto que nos ocupa.
La RFEF es una institución, nadie puede cuestionar este hecho, reúne todas las características básicas:
1.- Externalidad, ajeno al individuo, existe fuera de nosotros y continuará haciéndolo cuando ya no estemos. Lleva establecida en la sociedad varias generaciones.
2.- Objetividad, es experimentado como una “cosa”, objetiva y real, puesto que todo el mundo piensa que esta y estará con independencia que la gente sea consciente o no de ello.
3.- Coerción, tienen poder de presión y represión. Inhabilitación de jugadores, cierre de campos, control sobre su personal separando a los que no se ajustan a las normas.
4.- Historicidad, es histórica. Fundada en 1913.
5.- Autoridad moral, derecho de la legitimidad de coaccionar a quienes se desvían y reprimirlos desde un punto de vista moral. Su autoridad no se cuestiona.
La selección de fútbol femenina española se creó en 1971, y hasta a hace menos de 10 años el fútbol femenino no había tenido la relevancia que tiene hoy en día en nuestro país.
¿Qué ha sucedido para que esto haya cambiado? Bajo mi punto de vista se ha dado una desviación social. Un comportamiento, es decir un “rol” asignado per se a los hombres, como era el hecho de jugar al fútbol , que muchas mujeres han decidido que también quieren desempeñarlo.
¿Cómo se ha recorrido ese camino? Sencillo, esas niñas se educaron en igualdad, recibieron de su entorno más cercano apoyo para practicar un deporte, que, aunque no encajaba en la “normalidad social”, (porque no era un juego de niñas), les hicieron saber que si ellas querían ellas podían puesto que no había ningún motivo que lo impidiera.
La interiorización que hacemos del mundo que nos rodea, mediante la aculturación a través de nuestros otros significativos, durante nuestra socialización primaria, marcará y nos definira como seres sociales. Será en esta fase que se desarrolla durante nuestra infancia y adolescencia en la que se establecerán en nuestro subconsciente una serie valores y normas fundamentales para nuestro desarrollo como individuos.
La base para el funcionamiento de toda sociedad es la rutinización de la experiencia, es decir, crear una serie de pautas de comportamiento, “roles”, así como la aparición de unas expectativas en cuanto al comportamiento que adoptarán los demás que nos harán más fácil nuestro comportamiento social.
Por lo tanto, tenemos a nuestra selección femenina, en su socialización primaria, interiorizando su “rol” de jugadora de fútbol, con el apoyo de su entorno y en un ambiente seguro, todavía no demasiado permeable a los otros no significativos.
Este “rol” elegido por ellas, todavía no es decisivo, durante nuestra niñez y adolescencia todos soñamos con representar muchos roles. Ahora bien, en su socialización secundaria, durante la edad adulta, se darán cuenta de que el “rol”, por ellas asumido, no está dentro de la normativa imperante, “el fútbol es cosa de hombres” y se encontrarán que tienen que luchar contra la imposición del “rol de género”, que nos viene impuesto por el mero hecho de nacer con unos atributos sexuales definidos como masculinos o femeninos.
Este rol es uno de los pilares fundamentales de casi todas las sociedades, te define desde que naces, y condiciona los roles que podrás asumir en la sociedad, porque todos dependerán de este. Nuestra sociedad ha definido que comportamientos y normas deberá asumir cada uno de ellos. Este condicionamiento vendrá incluso definido por el lenguaje, la herramienta fundamental para el desarrollo de las sociedades, que asignará una serie de calificativos en función de tu sexo, femenino o masculino, que consolidaran la interiorización de tu rol.
Si te toco el masculino, estás de suerte, además de estar en “la esfera de la producción” lo que te permite acceder a un trabajo asalariado y reconocido, llevas incorporado una serie de privilegios, de los que tú, como hombre, no eres consciente puesto que creciste con ellos como algo connatural. Por contra lleva aparejado una serie de desventajas de las cuales no eres consciente puesto que las ignoras.
Nuestra selección femenina encasillada en este rol de género tendrá que hacer frente al control social, ese que ejercen las instituciones y otros organismos con poder, como garantes de las normas establecidas, para el “rol femenino” la reproducción y el cuidado, y de esta forma evitar las desviaciones.
Todas las instituciones utilizarán todas sus herramientas para evitar esa desviación social y lo harán inicialmente, mediante algo que aprendemos y asimilamos en nuestra socialización primaria, la vergüenza y la culpa. Se procederá a etiquetarlas de “marimachos”, lo que la RAE define como: “Mujer que en su corpulencia o acciones parece hombre.”, cuya pretensión no es otra que señalarte, que te has salido de tu rol femenino.
El control social es ejercido la mayor parte de las veces sin que seamos conscientes de ello, puesto que la interiorización que realizamos durante nuestra socialización primaria, sentir culpa y vergüenza o las dos, cuando nos desviamos de las normas ya nos impone unos límites a nuestras conductas. Pero otras veces es patente, para dejar sentir su poder de coerción.
En el caso de nuestra selección femenina, vendrá dado por el menosprecio como jugadoras de segunda, no equiparables a la selección masculina, por la diferencia de trato en el salario como jugadoras profesionales, (las jugadoras de 2ª división no tuvieron convenio hasta el año 2020), por la menor visibilizarían de sus partidos y sus triunfos, en resumen, una serie de medidas punitivas para hacerlas desistir de su empeño de seguir con representar el “rol” que no les ha sido asignado.
Debemos tener en cuenta que la coerción económica es muy poderosa, si ves que la profesión que has elegido no va a poder permitirte ganarte la vida, probablemente renunciarás a ella.
Pero nuestra selección femenina está consiguiendo que esta desviación se convierta en normalidad, ha logrando que miles de niñas quieran ser de mayores futbolistas, algo que hasta hace poco tiempo no encajaba en la lista de profesiones a las que pudieran aspirar las mujeres. Y con la lamentable escena de la que fueron testigos millones de personas ha conseguido desnormalizar un comportamiento machista que hasta ese día había sido tolerado y minimizado por la sociedad y sus instituciones.
La sociedad es algo en continua construcción, puesto que los individuos que las formamos realizamos un aprendizaje continuo de ellas y este conocimiento nos permite transformarlas para intentar hacerlas mejores.
Es una obligación de las sociedades avanzar y para ello debe realizar un análisis crítico de sus normas e instituciones y corregir los errores que se detectan. El machismo es un error de nuestra sociedad, hasta que no consigamos erradicarlo no podremos avanzar.
Bibliografía
La Perspectiva sociológica. Joan Estruch i Gibert. 2019
La sociedad (I). El proceso de socialización. Esther Fernández Mostaza. 2019
La sociedad (II). El proceso de institucionalización. Frances Núñez Mosteo. 2019
La construcción social de la realidad. Peter L. Berger (1971, pág.126)
https:// Wikipedia.org/wiki/Primera_Division_Femenina_De_España
Debatecontribution 0en Ensayo sociológico sobre «el caso Rubiales» desde una perspectiva de género
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